sábado, 11 de diciembre de 2010

Un secuestro con libertad y libertinaje


Ocupación de los espacios mediáticos, rechazos de Gobiernos de diferentes partes del mundo, una Policía atrincherada en una sublevación “fundamentada”, un Presidente secuestrado o un ilustre politiquero imprudente, miembros de la policía y militares enfrentados y un millar de Ecuatorianos confundidos fueron los resultados del 30 de septiembre, día que muy pocos podrán olvidar por las delicadas repercusiones que tuvo tanto en materia política como en la parte social de nuestro país.

Eran las primeras horas del día jueves, ya bien empezada la mañana, las personas se dirigían a sus trabajos, otras recién desayunaban o se desesperezaban en las sabanas, los noticiarios empezaban sus trasmisiones, con una inusual noticia, que sorprendía y preocupaba a todo el colectivo, una policía amotinada se decía, y a los propios protagonistas se los entrevistaba, con su uniforme y chalecos puestos, quemando llantas como rebeldes sin sesos, encapuchados, alzados tras el unisonó rechazo a ciertas reformas a la ley de servidores públicos, que según ellos los desfavorecía en gran manera al verse impedidos de recibir premios, regalos de navidad u otros bonos que años anteriores se les otorgaba sin ningún control y discriminación. Así el paro policial, se extendía a la tarde, con una seriedad contundente en casi todas las ciudades del Ecuador, en Quito y Guayaquil los efectos fueron mas graves, en la perla del pacifico los saqueos y desmanes aumentaron instantáneamente en una ciudad que sin fuerza publica parecía una región de forajidos y antisociales y por otro lado en la capital donde todo aquel que se acercaba a recopilar datos o chismosear por los alrededores del hospital de la policía, era objeto de golpes e insultos por aquellos que tenían como objetivo proteger al pueblo. La situación empeoro repentinamente cuando el Presidente de la Republica, Rafael Correa, decidió ir al meollo del problema con la intención de evitar que los policías siguieran en los regimientos y salieran a las calles a proteger a la ciudadanía, pero lo que allí paso fue totalmente diferente
Al detectar la presencia del primer mandatario, los policías lo recibieron con gases lacrimógenos, y en su primer intento fue impedido de entrar al lugar, sorprendentemente y en un acto de imprudencia total, el Presidente logro ingresar al regimiento Quito, y desde una especie de balcón comenzó a exhortarlos a que paralizaran su medida de hecho para retomar sus actividades, poniendo de manifiesto la posición del Gobierno sobre la ley de Servidores Públicos, y dándoles a conocer su contenido, quedando según el, un fuerte agravante como el de saber que esta ley había sido sacada de contexto en el gremio policial y por tal razón estos estaban confundidos, algunos miembros desertaron de la protesta, pues les había quedado claro la explicación gubernamental, pero la mayoría seguía repudiando la ley, fue allí cuando las pasiones del momento, encendieron esa llama que nubla la razón, y que hiso que el primer mandatario, respondieran con un si me quieren matar….mátenme a los gritos de los miembros del orden al decir que todo lo que la policía tenia, se lo había dado el Presidente anterior, después de esto no se permitió la salida del primer mandatario, paralelo a esto, empezó el bombardeo mediático, el canal estatal monopolizo todas las transmisiones tanto en televisión como en radio, por ello solo se conoció un solo punto de la verdad, el punto que el gobierno planteaba, uno donde los policías se habían vuelto unos terroristas y el Presidente estaba secuestrado, después de esto todo fue alarmante, el temor a un nuevo golpe de estado, o un confronta miento entre las fuerzas armadas y la policía, rumores de que todo estaba planificado por miembros de la oposición y el interés internacional por la situación de nuestro país.

En la noche por los exteriores del hospital policial todo era silencio, el presidente se había comunicado con sus asesores y ministros para dar instrucciones, este estaba en uno de los pisos del centro de salud, resguardado por miembros de su seguridad personal, una orden ya había sido aplicada, ecuador regia bajo un estado de excepción, los militares tenían inmediatamente que ir a las calles a proteger la seguridad de la población, y planificar un rescate al primer mandatario, pues se temía por su vida. Y el silencio se hiso pirotecnia, el ingreso de los militares al recinto hospitalario fue recibido por un gran cruce de balas, ráfagas de ametralladora y mas gases lacrimógenos, los policías empezaban a romper filas, pues la lluvia de balazos era imposible de replegar, adentro del hospital, pacientes, doctores, periodistas, miembros de las fuerzas especiales y el mandatario se protegían del fuego cruzado.

El presidente llevaba chaleco antibalas, estaba rodeado de militares y era subido a un carro blindado, afuera era escoltado por los miembros de un grupo especializado de la policía(incoherencia o paradoja) fue allí cuando el automóvil donde se llevaba al primer mandatario salió rápidamente del lugar con dirección al palacio de Carondelet, para celebrar la “liberación de Correa” mientras en el hospital, yacía un cuerpo inmutado, callado, silenciado, sin vida, con su uniforme encima, frio, con una bala en sus carnes, con una familia encima que lo lloraría, muerto en combate, por un juego de niños
De niños políticos, de niños de retorica, de niños de mentiras….

Con un discurso se pretendió sanar todas las heridas de aquel dia, la policía arrepentida volvió a sus ocupaciones, el Presidente confrontador se otorgo la responsabilidad de los muertos en silencio, el país de la mitad del mundo aprendió una lección, aprendió que las balas no pueden ser mas eficaces que el dialogo, aprendió que es inaudito ser un país diminuto con diferencias sociales tan descomunales, comprendió que aun no ha aprendido Gobernar ni ser gobernado.